LaRAZON.es.- Madrid- «Al principio me asusté mucho y mi familia más». «Lo peor es el ‘‘síndrome del apestado’’». «Soy afortunado: no lo pasé muy mal y ya no me tengo que preocupar». Cuando se le pregunta a los españoles que han pasado la gripe A –la mayoría, este verano– qué recuerdan de su convalecencia, la secuencia casi siempre es muy parecida: la mayoría ha pasado del miedo a la tranquilidad de saberse inmunizado. Pero, en medio, el alarmismo y el estigma, dicen, han sido peores que la fiebre, el picor de ojos y el dolor de cabeza. El Ministerio de Sanidad prepara una campaña publicitaria sobre el virus que tendrá como protagonistas a ex enfermos de gripe A. La idea es buena: no hay nada como hablar con un puñado de personas que han vivido desde dentro la pandemia para darse cuenta de que el temor no es un buen aliado contra el virus, y sí la prevención. Contagio rápido«Un viernes de junio llamaron del instituto de mi hijo y nos comunicaron que había dos casos de gripe A. El lunes siguiente ya eran 40». Pilar Parra, la madre de un alumno del centro Isaac Albéniz de Leganés (Madrid), recuerda así el temor que se generó en el vecindario con la noticia y, en ella, la primera. «Mi hermana estaba embarazada, y mi padre tenía cáncer de pulmón, así que tenía miedo por ellos. La gente se asusta si no hay información», asegura. Lo mismo le ocurrió a la familia de Alejandro García, un joven de 15 años que estudia en el Instituto Raimundo Lulio de Madrid. «A los dos días de detectarse el primer caso en mi colegio yo ya tenía fiebre. Vinieron a por mí en ambulancia», cuenta.Del miedo a la tranquilidadEl terror a una enfermedad que salía en los medios de comunicación a diario invadió los primeros hogares donde se instaló el virus. Sobre todo, como en estas dos familias, en los casos en los que los afectados eran menores de edad. Una vez hechas las pruebas y recetados los medicamentos (al principio, el restringido Tamiflu; en los meses siguientes, simple paracetamol), las aguas volvieron poco a poco a su cauce. «Al final, es como los 200.000 catarros que pasan los niños cada año: malestar, dolor de cabeza y fiebre. Algunos compañeros de mi hijo, que son asmáticos, lo pasaron peor. Si mi hija, que no la ha pasado, tiene que cogerla este año, la pasará», explica Parra. Lo mismo cuenta la mayoría de los afectados. A muchos les sorprendió la gripe al llegar de las vacaciones. Rafael Álvarez, un joven de 26 años empleado de una agencia de organización de eventos, empezó a sufrir los primeros síntomas «a los cuatro días de volver de Canarias». La infección le duró unos 10 días, en los que tuvo «dolor muscular, cansancio, diarrea, fiebre alta y picor de ojos» (este último es un síntoma clave para detectar el H1N1). Para Jorge Sierra, periodista de 30 años, la historia fue similar. «Volví de Argentina por la tarde y, sin descansar, me fui a jugar al fútbol. Al llegar a casa me encontraba mal, aunque lo achaqué al cansancio de hacer deporte después del vuelo. Pero no se me pasaba, el dolor muscular era muy fuerte y tenía 37º de fiebre. Nunca había ido a Urgencias, pero tuve que ir y, al decir que había viajado a Argentina me dijeron que tenía la gripe A. Trabajo desde casa, pero tuve que parar y pasarme una semana tirado en el sofá. Me dieron paracetamol, lo del Tamiflu ya sólo es para grupos de riesgo», explica. En todos los casos, los afectados aseguran sentirse «afortunados» por haber pasado la gripe. «Es un alivio, no lo pasé muy mal y ahora estoy inmunizado», dice el estudiante Alejandro García. «No fue para tanto», asegura Sierra.Para la mayoría, lo peor fue sentir «el miedo de los demás». Así lo cuenta Susana, de 47 años. En su casa, ella y sus dos hijos, de ocho y nueve años, pasaron la enfermedad, que cree que pudieron contraer «en el cine». «Todo el mundo te mira cuando sales a la calle con mascarilla. Pasamos 10 días en casa y era como estar en un ‘‘gulag’’ encerrados. Cuando ya había pasado todo, mi suegra ni siquiera quería besar a mis hijos», cuenta. «Después de la fiebre y de un dolor de cabeza muy fuerte, puedo decir que lo peor es el ‘‘síndrome del apestado’’», señala.«Demasiado alarmismo»También Álvarez pudo notar «mucho miedo en la gente del trabajo» cuando se reincorporó e «incluso cuando me recuperé y empecé a salir con mis amigos: contaba lo que me había pasado y todos daban un salto hacia atrás», recuerda. «Hay demasiado alarmismo, la gente con riesgos también se muere de la gripe normal, pero el miedo viene por lo desconocido y porque se ha generado mucha alarma». No le falta razón: hasta 8.000 personas fallecen cada año en España víctimas de la cepa común, de acuerdo con Sanidad.En el trabajo de Alberto Sacristán, sin embargo, nadie se alarmó cuando les dijo que el H1N1 le tenía postrado en casa. Sacristán, de 40 años, es médico en un centro de salud de la Comunidad de Madrid. «Mis compañeros me dicen que qué pena que ellos no la hayan pasado. Ellos saben lo que es y, en una persona sana como yo es difícil que se complique», explica. Sacristán, pese a ser sanitario y, por tanto, pertenecer a un grupo de vacunación, no tendrá que hacerlo. «Eso sí, si la epidemia repunta y empiezan a llegar muchos pacientes con gripe A voy a tener que atenderlos yo, que sé seguro que ya no me voy a contagiar. ¡Voy a tener que trabajar por todos!», bromea. Su particular receta para superar el virus: reposo y mucho líquido. «Me pasé una semana bebiendo agua y tomando sandía y melón, para bajar la fiebre. Tomé paracetamol e ibuprofeno y, en la mayoría de los casos, funciona». ComplicacionesSin embargo, es cierto que no todos los casos tienen final feliz. En nuestro país 36 personas han fallecido víctimas de la pandemia desde el pasado mes de junio. Entre ellos, varias embarazadas, jóvenes e, incluso, una mujer de 33 años sana. Además, varias decenas de personas han sufrido complicaciones, no sólo de salud, a raíz del virus. Es el caso de Raquel, teleoperadora de 37 años, que asegura que «perdí mi trabajo a la semana de estar de baja por la gripe A». Su caso fue más complejo de lo habitual. «He perdido seis kilos, el médico dice que la infección me ha afectado al hígado y durante 15 días casi no he podido andar», afirma. Su experiencia en los servicios de salud ha sido nefasta: «En Urgencias no me dieron mascarilla, me remitieron al ambulatorio, pero pasaban los días y no se me pasaba. He tenido ampollas en la boca y la garganta por los vómitos», recuerda. Nada hacía prever que su caso se iba a complicar de este modo. Es una especie de «lotería». Sin embargo, los expertos recuerdan que, incluso las personas de más riesgo, como las embarazadas, no deben alarmarse en exceso. Si bien hay tres mujeres encinta que han fallecido por esta causa, son cientos las que la han pasado sin complicación. Así lo explica la doctora Mariló Diestro, ginecóloga del Hospital La Paz de Madrid. Ella ha tratado a un puñado de mujeres en esta situación. «En principio, este virus es leve incluso para ellas», señala, porque todavía no se sabe mucho, por ejemplo, de si el virus puede afectar al bebé (de momento no se han dado casos). Las infecciones se producen «en los tres trimestres», pero «el porcentaje de complicaciones es pequeño».
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