lunes, 12 de octubre de 2009



Pandemia y detergente



Por Yoani Sanchez. (Blogera Cubana).
Persigo –sin éxito– un pomo de detergente para fregar esos vasos marcados por la grasa y las huellas dactilares, que ya no ceden ante el agua sola y el trapito. Tras el jabonoso líquido, he caminado hoy parte de La Habana, pues los anuncios televisivos nos llaman a aumentar la higiene ante el avance del H1N1. Sin embargo, la alerta provocada por la epidemia no ha hecho que en las tiendas rebajen los productos de limpieza, ni siquiera el costo de un simple jabón que equivale al salario de toda una jornada de trabajo. En lugar de eso, ha ocurrido lo contrario. El colapso de las importaciones se hace más notable en aquello que sirve para bañarse o desinfectar.
La voz del locutor nos llama a lavarnos las manos frecuentemente, usar pañuelos cuando estornudamos y mantener una buena higiene personal, pero la realidad nos obliga a la cochambre. Faltan los tapabocas, el agua corriente en muchas casas, la simple tenencia de una vitamina C con que fortalecer el organismo y la limpieza en los sitios públicos. La llamada “gripe porcina” tiene, así, un terreno propicio donde propagarse. Mientras avanza en nuestros barrios, los medios oficiales mantienen su parquedad y no mencionan las escuelas cerradas, los sitios en cuarentena y los hospitales repletos.
Esta ilusión de paraíso nos está matando. Este querer aparentar que vivimos mejor y que nuestras estadísticas se desmarcan de la media mundial, no logra esconder la fragilidad de nuestra sociedad ante una epidemia que exige recursos materiales en manos ciudadanas. Si enjabonarse el cuerpo o tener un poco de alcohol para esterilizar las manos se convierten en lujos, ¿cómo vamos a detener la pandemia que ya tenemos encima? Si ni siquiera llegó la cuota de jabón de septiembre al mercado racionado, cómo es posible que en la tele se convoque a la higienización sin aludir a la base material para lograrla. ¿Es qué no habían notado antes que nos estábamos hundiendo en la mugre? Tenían que hacer estragos la conjuntivitis, las diarreas y los virus para que repararan en que la sanidad no es solamente la de bata blanca y estetoscopio, sino que comienza en las calles, en la recogida de la basura, en las duchas de las casas y en esa madre que no puede fregar el plato donde comerá su hijo.

4 comentarios:

  1. ¿Por qué a primeros de febrero 2009, Madame Bachelot (ministra de salud de Francia) pidió a un grupo de expertos en leyes constitucionales que le informaran sobre una importante cuestión? Ésta: «La imposición de un plan de vacunación a toda la población ¿sería ilegal y anticonstitucional?» Los expertos la tranquilizaron indicándole que una situación excepcional y un estado de urgencia sanitaria ¡justificaría ampliamente que se suprimieran todas las libertades individuales!
    ¿Por qué la Organización Mundial de la Salud modificó el 27 de abril 2009 su definición de pandemia? Hasta entonces, para declarar una pandemia ¡las condiciones eran mucho más estrictas! Ahora, ¡basta que la enfermedad sea identificada en dos países de una misma zona OMS!
    ¿Cómo es que la patente de la vacuna contra la gripe porcina (H1N1) se presentó en el organismo competente en 2007? (mucho antes de la reaparición del virus, ya desaparecido después de la famosa epidemia de gripe española de 1918)
    ¿No es mucha casualidad que el presidente Sarkozy tuviera la intuición de firmar un contrato para invertir en la construcción de una fábrica para producir vacunas contra la gripe, por un montante de 100 millones de euros, el 9 de marzo de 2009? ¡Y adivinen dónde! En Méjico, ¡precisamente donde nació el foco de la pandemia!
    ¿Por qué ningún medio de comunicación o experto científico recuerda que la gripe común mata cada año entre 250.000 y 500.000 personas, o sea, más de 1.000 muertos al día? (son cifras oficiales de la propia OMS)
    ¿Por qué todos los medios de comunicación del mundo entero repiten día tras día que el número de víctimas causado por el virus de la gripe A (H1N1) va a ser una auténtica hecatombe, cuando los hechos demuestran que se trata de una gripe sencilla (menos grave que la gripe estacional corriente) que no ha causado más que 2.000 muertos en más de cinco meses? ¡La gripe común habrá causado, entretanto, unos 200.000 muertos!
    ¿Por qué, a pesar de esas cifras de mortalidad insignificantes (2.000 en lugar de 200.000) la mayor parte de los países del planeta han hecho unos pedidos descomunales, de centenares de millones de dosis de vacunas, desde el mes de junio 2009?
    En otras palabras, ¿por qué se ponen en marcha unas medidas excepcionales este año cuando resulta que la gripe es menos virulenta que otros años? ¿Qué es lo que, ateniéndose a los hechos, justifica tales decisiones, cuando no hay nada de excepcional?
    ¿Por qué en la mayoría de los países se han votado ya unas leyes excepcionales (leyes marciales) sin revelar su contenido?
    ¿Por qué el ministro de Interior francés ha llamado a filas a todos los reservistas del ejército y de la gendarmería para el caso (cito textualmente) «de que hubiera graves disturbios sociales, previstos para el final del verano 2009» (es decir, en septiembre)?
    ¿Por qué el ejército de Estados Unidos se acaba de desplegar por todo el país?
    ¿Por qué se han instalado en Estados Unidos más de 800 campos de concentración durante estos últimos años? (Por ahora están vacíos) ¿Por qué están gestionados por la FEMA (Federal Emergency Management Agency), que es el organismo que interviene cuando hay grandes catástrofes en el territorio (como cuando el ciclón Katrina)?

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  2. ¿Por qué se encuentran almacenados centenares de miles de féretros en todos los estados norteamericanos? ¿Y por qué se han excavado fosas comunes en todos los distritos?
    ¿Por qué 600 neurólogos británicos recibieron el 29 de julio 2009 una carta confidencial de Health Protection Agency (HPA) (Agencia para la Protección de la Salud) invitándoles a estar especialmente atentos a un posible recrudecimiento del síndrome de Guillain Barré (enfermedad neurológica degenerativa gravísima desencadenada casi siempre por la vacuna)? ¿Y por qué esa misma agencia no ha prevenido al público que va a «beneficiarse» de la campaña de vacunación?
    ¿Cómo es que el 5 de marzo 2009, la firma Baxter contaminó 72 kg de material para la elaboración de las vacunas, mezclando virus H5N1 (de gripe aviar) y H3N2 (de gripe común), antes de enviarlos a seis países, cuando los procedimientos de seguridad en ese tipo de laboratorios hacen que ese accidente resulte absolutamente imposible? Imposible salvo si el acto es voluntario... Esto me lo ha confirmado un doctor en biología.
    ¿Por qué no nos dicen que la vacuna contra la gripe, desde que existe (hace 40 años) nunca ha tenido un impacto positivo sobre la incidencia de esa enfermedad, sino todo lo contrario? Un estudio internacional ha demostrado que los vacunados contraen la gripe más a menudo que los no vacunados.
    ¿Por qué se nos esconde que las personas que murieron en 1918 fueron precisamente las que se vacunaron contra la gripe española, y no los que no se vacunaron? ¿No querría esto decir que murieron a causa de la vacuna, no de la gripe?
    Si las vacunas tienen tan pocos efectos secundarios, ¿cómo explican las autoridades sanitarias que el número de personas afectadas de esclerosis en placas, en Francia, haya pasado de 25.000 a 85.000 tras la campaña de vacunación contra la hepatitis B?
    ¿Por qué se nos oculta que todas las epidemias del siglo XX han sido desencadenadas por campañas previas de vacunación?
    ¿Por qué se autoriza poner en la vacuna contra la gripe H1N1 un coadyuvante como el escualeno (en una proporción un millón de veces mayor -he verificado los cálculos, ¡no me lo podía creer!) cuando la Cámara de Representantes lo reconoció explícitamente responsable del síndrome de la primera guerra del Golfo, que enfermó a 180.000 soldados (el 25 %) a consecuencia de la vacuna contra el ántrax? ¡Obsérvese que el escualeno fue prohibido por un juez federal en 2004!
    ¿Por qué los primeros colectivos seleccionados para las vacunaciones son las mujeres embarazadas y los niños (Ya lo decia el faraon de Egipto nos superan en numero y nos dominaran. Ademas cuantos anos y dinero cuesta la formacion de un nino, cuanto la de un joven que pertenece a la fuerza obrera?, cuando normalmente se selecciona a las personas ancianas? Al parecer, ellos tienen memoria inmunitaria de la gripe española de 1918!!!
    ¿Por qué los procedimientos de vacunación obligatoria serán confiados no a los médicos, sino a estudiantes voluntarios y a militares?
    ¿Por qué ningún médico ni hospital alguno podrán dispensar por sí mismos las vacunas? ¿Temen que pueda haber falsos certificados?
    ¿Por qué el 50 % de los médicos ingleses dicen que no se vacunarán con la nueva vacuna porque no confían en el procedimiento de preparación?
    ¿Por qué se presenta el Tamiflu como un antiviral eficaz cuando todas las campañas de utilización de ese producto han resultado ser catastróficamente ineficaces? Además, ese medicamento provoca numerosos desórdenes psicológicos y neurológicos, ¡llegando incluso a inducir al suicidio en numerosos individuos que lo han tomado!
    ¿Por qué las autoridades sanitarias, que se supone velan por nuestro bienestar y protección, autorizan que un nuevo tipo de vacuna (son sus palabras) sea probada directamente en centenares de millones de conejillos de indias (es decir, nosotros) sin que sean respetados los protocolos normales de «puesta en el mercado» y sin ninguna garantía de inocuidad de la susodicha vacuna?

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  3. Podría continuar así durante horas. Pero me detengo aquí pues el resto de las preguntas irían en el mismo sentido. No tengo tiempo, por ahora, de darles todas las referencias de artículos de los periódicos oficiales (le Monde, le Figaro, el Daily Post, el Journal du Dimanche, etc.), páginas oficiales (de la OMS, de Baxter, de Aventis, de Sanofi-Pasteur,etc.) y de las declaraciones de científicos pro-vacunaciones que he consultado. Encontrarán todo eso en mi página Web de aquí a finales de septiembre.

    Pero les garantizo, palabra de honor, que todas las preguntas que planteo aquí ¡se basan únicamente en lecturas de documentos oficiales y accesibles a todos! ¡No son alegaciones, suposiciones o pronósticos de teóricos del gran complot! ¡Eso es lo que hace que resulte urgente plantearse esas preguntas! Y sacar las conclusiones que de ellas resultan.

    Por mi parte, ya lo he hecho. Y mi posición es clara.
    En otras palabras, mientras no me obliguen a cerrar el pico, continuaré informándoles.

    Hay una pregunta, en cambio, que voy a plantear aquí y a la que voy a responder, pues muchos de mis interlocutores no lo comprenden (¡¡¡He recibido centenares de correos en una semana!!! Gracias a los que me han tratado de pobre imbécil y de manipulador. Gracias sobre todo a los que han reenviado la información a decenas de miles de personas en Europa y Canadá. Gracias en especial a todos los que rezan por mí, por ahora. Me ha conmovido mucho, me he sentido muy emocionado.)

    La pregunta es ésta: ¿Cómo es que un virus tan benigno va a matar a millones de personas? ¡Es la pregunta del millón!

    Pues bien, la respuesta nos la aporta la historia de las pandemias del pasado. La receta es sencilla (en doce etapas, ya experimentadas en 1918 con éxito):


    Se anuncia que un foco de una nueva gripe acaba de aparecer en Méjico y que es muy grave, ¡pues es un virus animal transmisible al hombre!
    Se anuncia después que han muerto 350 personas en una semana, para rectificar luego y decir que sólo han sido 8. Pero todo el mundo se ha quedado con la idea de que ha habido muchos muertos desde el principio. (¿Esto no le recuerda nada? El 11 de septiembre nos anunciaron por televisión que en las Twin Towers habían muerto de 40.000 a 50.000 personas -lo que justificaba la cruzada contra las fuerzas del Mal-, después se rebajó el número de muertos a 2.974).
    Se anuncia con gran refuerzo de publicidad cada día que ese terrible virus se propaga a una velocidad increíble por todo el planeta (cuando, por otra parte, ningún laboratorio del mundo dispone de la cepa del virus para confirmar que ese virus es ciertamente el causante y no el virus corriente -se reconoce, por otra parte, que la gripe porcina no presenta ningún síntoma específico respecto a los de la gripe común-). Entonces, ¿cómo hacen para contar el número de casos?
    Ante la poca virulencia del susodicho virus, se nos anuncia que ese simpático virus va a mutar (¡por fin!) y se va a convertir en algo MUY malo, y que se sabe que va a mutar en una fecha concreta (la de la salida de las vacunas, ¡qué casualidad! ¿no?)

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  4. Durante todo ese tiempo se preparan en laboratorio unos productos de los que se dice que son vacunas, y en los cuales se mezclan dos cepas de gripe porcina, dos cepas de gripe aviar y una cepa de gripe humana (¡un cóctel absolutamente explosivo cuando sea inyectado en el cuerpo!) Además, se le añade (en mayor cantidad que la habitual) algunos coadyuvantes (mercurio, aluminio y escualeno) ¡de gran toxicidad reconocida!
    Poco antes de la salida de las llamadas vacunas (que, en realidad, son armas bacteriológicas), los medios de comunicación nos anuncian con grandes titulares que hay un recrudecimiento de casos de gripe. Incluso si los médicos no se molestan en comprobar si se trata del mismo virus, la gente está tan hipnotizada que ya no reflexiona. Está convencida de que la mutación anunciada está realizándose.
    Se anuncia también que todas las vacunas no estarán disponibles inmediatamente y que habrá algunos afortunados que podrán beneficiarse enseguida, mientras que otros tendrán que esperar hasta cuatro meses ¡para recibir al fin la vacuna salvadora! Obsérvese que, en la cronología de los acontecimientos, ahora estamos en este punto.
    En cuanto salen las primeras armas bacteriológicas disfrazadas de vacunas, las buenas gentes atemorizadas corren a vacunarse voluntariamente, en los centros especialmente preparados al efecto (y rodeados de militares). Aquí, en Canadá, la gente se inscribe en listas de espera ¡para estar seguros de ser de los primeros en recibir la vacuna!
    Tras la inyección de la vacuna, el cóctel preparado cuidadosamente por los laboratorios acarrea la mutación y combinación de diferentes cepas en el cuerpo del paciente, haciendo a los virus verdaderamente mortales. Al mismo tiempo, los coadyuvantes habrán echado por tierra el sistema inmunitario. El Tamiflu será utilizado para provocar una sobre-infección (casos ya observados en algunos países) ocasionando inmediatamente la muerte de la persona. Consecuencia: habrá miles de muertos entre la población vacunada en primer lugar..
    Se nos dirá entonces que, desgraciadamente, ha ocurrido lo que se temía: el virus ha mutado en una forma mortal. La causa de los fallecimientos se atribuirá al virus, ¡no a la simpática vacuna que se supone ha de protegernos! Se apoderará el pánico de la población, que reclamará ser vacunada urgentemente.
    En vista de la gravedad de la situación sanitaria, en vista de los disturbios que todo ello generará -por una parte, por los que reclamarán la vacuna por la fuerza; por otra, por los que acusarán a las autoridades sanitarias de genocidas- se declarará el estado de urgencia en todos los países y se pondrá en marcha el plan de vacunación obligatoria.
    Los que se nieguen a ser vacunados tendrán que esconderse o desaparecer durante un tiempo suficientemente largo, a no ser que los hagan desaparecer en campos de concentración previstos al efecto.

    Este escenario se lo escribo la noche del 9 al 10 de septiembre de 2009. No lo hago con el corazón contento, en absoluto.
    Sé que algunos de ustedes me reprocharán alimentar el miedo que ya han creado las élites luminosas y, en definitiva, hacerles el juego a los que denuncio. Respecto a esto, les citaré una frase de Jesucristo (aunque yo ya no pertenezco a ninguna religión): «Conoceréis la verdad, ¡y la verdad os hará libres!» (Jn 8:32).

    Les ofrezco aquí una síntesis de todo lo que he leído a lo largo de los últimos cinco meses (dos de los cuales a tiempo completo). Mi objetivo es descodificar para ustedes las informaciones que nos ocultan (aun cuando están disponibles públicamente, busquen por sí mismos en el Google, ¡ya verán!) con el fin de que no cedan al pánico cuando comience la hecatombe. Con el fin de que comprendan cuál es la causa real de lo que verán.

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